Me encuentro gratamente y sinceramente sorprendido. Cuando siempre he tenido yo las ideas claras, los principios definidos, el camino que seguir a mis pies tanto para mí como para el prójimo. Y sin embargo estos días me he sentido totalmente perdido, sin rumbo fijo y completamente solo. Me he pasado media vida recopilando y coleccionando amigos de verdad que un buen día llegan a tu vida por azar, quizá porque tenía que pasar. Nunca me he contentado con el mundo en general siempre falto de dignidad, hipócrita, inhóspito y cruel para las almas perdidas. Y muy a pesar de mis ideas y mi proceder de siempre me he sentido la persona más falsa y miserable de esta Tierra, como si mi rostro se ocultara tras una máscara. Era casi un buen chiste, una farsa.
En esta ocasión he sido capaz de encontrar la salida con ayuda. ¿Alguna vez habéis mirado el cielo de noche en una ciudad? El firmamento no es más que un manto negro, recordándonos cuán solos estamos realmente por grande que sea el Universo. Sin embargo, a veces, pequeñas personas salidas de la nada, venidas a menos gracias al destino aparecen en tu vida. Son pequeñas estrellas que parpadean y te hacen compañía en la vida. Algunas mueren y su luz se apaga, pero otras por muchas veces que parpadeen se quedan tu lado. Ésas son las buenas estrellas, o los buenos amigos, y aunque siempre queda un mínimo de duda durante la fracción de segundo que dura un parpadeo de si esta vez se extinguirá para siempre o si permanecerá para el resto de tu vida, iluminando cada instante de existencia con su sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario